Sin pretensión de escribir en un día como hoy,
me quedé con las ganas de liberarme
escribiendo tonterías en el cielo,
me quedé con las ganas de agradecerte,
a ti, mi pequeña estrella de Venus,
que si me lees creerás que estas letras no van para ti,
y hoy me quedo con ganas de decirte que sí.
Está claro que terminé siendo un loco
bailando en el borde de un puente,
sin su Madrid, sin su Roma,
pero hoy me quedo con ganas de decirte que contigo, sí.
Lo que más me duele escribir de hoy,
es decirte un «gracias» por ser mi veleta,
el mástil de un velero, la estrella que me guía,
mi pequeña estrella de Venus.
Gracias por estar y seguir conmigo, a mi vera.